viernes, 18 de abril de 2014
El Paquete Amarillo
miércoles, 16 de abril de 2014
Delirio II
martes, 15 de abril de 2014
¿Ser o tener? (Ambos)
Trabajar, trabajar y trabajar... Es que a muchos de nosotros no nos enseñaron algo distinto. Crecimos viendo a nuestros padres "partiéndose el lomo" todos los días para conseguir con qué —con qué comer, con qué pagar la renta, con qué comprar la ropa y entre tantas otras cosas, al menos en mi caso (o en mi casa),
miércoles, 9 de abril de 2014
Cicatrices
El silencio se llenaba de murmullos y susurros.
Todos se cuidaban de no levantar la voz y de hacer el menor ruido posible. La
casa estaba atestada de gente, tanto que hacía ya mucho rato se habían acabado
las sillas y los lugares para sentarse que había disponibles y varias personas
tenían que permanecer de pie. Sus vestimentas de color negro oscurecían de más
el ambiente. Martina iba y venía, entrando y saliendo de la cocina. Saliendo
con una bandeja llena de tintos y entrando con una llena de pocillos sucios.
Dentro de la cocina estaba Antonia, su hermana mayor, encargada de preparar el
café y de servirlo a medida que Martina le iba pasando los pocillos que lavaba.
—¿Qué ha dicho? —preguntó Martina mientras echaba
más azúcar en la azucarera.
lunes, 7 de abril de 2014
Una tarde
Atardecía, con colores maravillosos en el horizonte, colores que combinaban perfectamente con el atardecer de tus ojos. Tal vez el atardecer era común y corriente, pero contigo era una obra de arte, un lienzo en el infinito pintado con rojos, naranjas y amarillos. El ambiente parecía romántico.
viernes, 4 de abril de 2014
Los de colores
Todos salimos corriendo del salón; corriendo porque es lo que hacemos los niños cuando vamos a jugar. La profesora grita, mientras se para de su escritorio, que vayamos despacio, que no corramos, que nos podríamos caer; pero ninguno de nosotros le hace caso.
Algunos llevamos un juguete en las manos. En mi caso es una bolsa llena de bloques de madera de diversas formas. Es mi juguete favorito de todo el kínder. Me gusta tanto que es lo primero que ubico cada vez que entro al salón. Le he pedido a mis padres varias veces que me compren uno y su respuesta siempre es la misma: un acostumbrado “un día de estos”. Por eso sé que no lo harán, así que tengo que hacerme con el del kínder sea como sea, empujando a quien tenga que empujar y arrebatándolo a quien tenga que arrebatárselo. Aunque hay suficientes juguetes para todos, esta vez la profesora quiere enseñarnos a compartir y por eso sólo algunos llevamos juguetes, porque vamos a jugar en grupo. Eso no me gusta. Hay juguetes para grupos y juguetes para una sola persona. Los bloques de madera, definitivamente, no son para grupos. Mientras corremos hacia el extremo opuesto del patio de la escuela, para sentarnos a la sombra del árbol de mango, planeo mi estrategia: dentro de la bolsa, unos bloques están pintados de diferentes colores, hay amarillos, hay azules, hay naranjas, hay verdes, hay rojos; pero también hay unos sin pintar, son de madera pelada. A mis compañeros les daré esos, los pelados, y dejaré para mí los de colores.
Sentados a la sombra del mango les digo a mis dos compañeros: “Para mí los de colores y para ustedes los otros”. Ambos asienten. Y estoy en eso, sacando uno a uno los bloques de la bolsa y separándolos respectivamente en su lado y en el mío, cuando llega Aura Nidia, la profesora, toma la bolsa de mis manos y la vacía de lleno en el suelo diciendo: “Así no. Vea, así”.