—Disculpe, caballero.
El hombre volteó a mirar. No
había escuchado al joven acercarse. Juan, uno de los meseros del restaurante,
estaba parado detrás de él, a su derecha, con una chaqueta deportiva en la
mano.
—Hmm… Hmm… —Juan carraspeó para
aclarar su garganta—. Está empezando a hacer frío y me preguntaba si querría
usar mi chaqueta.
—Es muy amable de tu parte.
Claro que sí —respondió el anciano con una amable sonrisa.
Juan le entregó la chaqueta y
se encaminó de nuevo hacía dentro del restaurante. Caminó sólo un par de pasos
y se detuvo.