domingo, 6 de julio de 2014

Delirio VIII

¡Al fin! Estoy sentado junto a ti. No puedo creer tu belleza, tu hermosura es tan grande que jamás habría podido imaginarla. Aquí todo es diferente, no hay cuerpos, sólo almas y esa es la belleza que debería admirarse en el mundo: la belleza de las almas, no la de los cuerpos. La humanidad sería mejor si lograra hacerlo. Mi alma parece un poco descuidada, pero confío en ti cuando me dices que me enseñarás a mejorarla. Pienso en las personas que dejé atrás para venir aquí, me has permitido mirarlas un par de veces y los he visto llorando. Me gustaría que supieran que cuando se llega a este lugar lo único que puede sentirse es felicidad y tranquilidad, si supieran eso probablemente no llorarían tanto. Quisiera traerlos acá para que lo sientan, pero, como dices tú, todos tienen su propio tiempo. Te pones de pie y extiendes tu mano invitándome a caminar contigo. Por supuesto, de ahora en adelante siempre caminaré contigo.

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