¡Al fin! Estoy sentado junto a ti. No puedo creer tu
belleza, tu hermosura es tan grande que jamás habría podido imaginarla. Aquí
todo es diferente, no hay cuerpos, sólo almas y esa es la belleza que debería admirarse
en el mundo: la belleza de las almas, no la de los cuerpos. La humanidad sería
mejor si lograra hacerlo. Mi alma parece un poco descuidada, pero confío en ti
cuando me dices que me enseñarás a mejorarla. Pienso en las personas que dejé
atrás para venir aquí, me has permitido mirarlas un par de veces y los he visto
llorando. Me gustaría que supieran que cuando se llega a este lugar lo único
que puede sentirse es felicidad y tranquilidad, si supieran eso probablemente
no llorarían tanto. Quisiera traerlos acá para que lo sientan, pero, como dices
tú, todos tienen su propio tiempo. Te pones de pie y extiendes tu mano
invitándome a caminar contigo. Por supuesto, de ahora en adelante siempre
caminaré contigo.
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