En mi sueños siempre ha existido una mujer más parecida a una Diosa que ha una producción de la humanidad. Una diosa con hermosa cabellera y una amplia mirada con sus ojos hechiceros. Me habla en tono suave como susurros del aire, un tono amoroso que sólo puede crearse con la música de la que está hecha su voz. De su piel no puedo hablar, porque jamás me ha tocado, pero estoy seguro de que es igual a la tuya así como es igual tu cabellera, tu mirada, tu voz, tu aroma, tu escencia y el sabor de tu presencia.
En mis sueños hay un límite incruzable, es inimaginable traspasarlo por que está trazado por fuerzas divinas para mantener alejados los mortales de las tierras perfectas de la deidad. En mis sueños sólo puedo ver a mi Diosa desde lejos y apenas escuchar sus palabras. Nosotros los mortales no debemos pasar el límite, no porque sea indebido sino porque para mantener el equilibrio de la existencia cada uno debe quedarse en su lado. Quien cruce de un lado al otro, sea mortal o inmortal, crea una abertura en la frontera que sólo puede sellarse con el tiempo y mientras ese tiempo pasa ambos mundos se contaminan y seres inocentes sufren por la pasión de otros.
Has estado en mis sueños por décadas y jamas conocí tu cara hasta que probé tus labios y tu piel resultó fuera de ensueño. Te veo lejos mientras te siento cerca, te toco cuando te imagino y te beso mientras respiro. En mi mundo mortal hay reglas que no sé si se parecen a las de tu mundo de dioses.
Mis sueños han cambiado poco a poco o talvés mi realidad se vuelto irreal o talvés eres mi Diosa personal o talvés mi hermoso Ángel de la Muerte. Es posible que haya soñado tanto que mi tiempo pasó más rápido que en los relojes o talvés no tengo ni idea de vivir y nunca aprendí a conquistar mi corazón y lo conquistaste tú que al fin y al cabo puedes hacerlo todo porque eres una Diosa... mi Diosa.
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