Cuando era adolescente, o
pre-adolescente (por algún motivo se me escapan constantemente las fechas
exactas), tuve un pequeño disgusto con el jugo de tomate de árbol.
Donde crecí hay una bebida
tradicional que se usa para acompañar casi cualquier comida. Se llama agua de
panela, o agua’e panela según el lenguaje popular. También se le conoce como
agua dulce. Es preparada con un producto llamado panela, hecho de la caña de
azúcar. En fin, el hecho es que es una bebida tan popular y tan tradicional que
incluso, al menos en ese entonces, también se le conocía como “lo que toman los
pobres”. Aun así es una bebida maravillosa. Era lo que tomábamos en mi casa mañana,
tarde y noche. Tomar algo diferente, como jugo de frutas podía llegar a ser un
pequeño lujo.
Algunas veces, con muy poca
frecuencia, había jugo en mi casa para acompañar el almuerzo. Jugo de mora o de
mango o de guanábana o de banano... O de tomate de árbol… ¡Ah! El bendito jugo
de tomate de árbol.
Como lo mencioné anteriormente,
el jugo no era algo común en mi casa, así que cada vez que había jugo era, al
menos para mí, una mini fiesta. El delicioso sabor de las frutas, con el toque
exacto de agua y azúcar que cada madre sabe ponerle, siempre ha sido una fiesta
para mi paladar. Un día había jugo de tomate de árbol, un visitante tan
ocasional como cualquier otro, y lo disfruté como disfrutaba cada jugo que
podíamos tomar de vez en cuando. Al día siguiente otra vez había jugo de árbol
y pensé: “Jugo dos días seguidos, ¡maravilloso!”
El día siguiente, el tercer día,
otra vez había jugo, de tomate de árbol, por supuesto, y fue delicioso. Y hubo
jugo toda la semana. Y la semana después de esa, y la que siguió, y la
siguiente, y una semana más, y luego se repitió. Llegué a sospechar que mi
padre había comprado un árbol de tomate en alguna parte de la ciudad.
Después de no sé cuantos días ya
no soportaba el bendito jugo de tomate de árbol (a decir verdad, “bendito” no
es exactamente la palabra que usaba entonces). Su color naranja pálido me
parecía un atardecer triste. Su sabor dulce, pero al mismo tiempo suave, había
dejado de parecerme dulce y suave. En lugar de eso era como tomar uno de esos
remedios amargos que le dan a uno cuando niño, ¡guácala! No podía creer la mala
suerte de tener que tomar jugo de tomate de árbol todos los días. ¿Acaso no
existían otras frutas? ¿Qué pasó con la mora, la deliciosa mora? ¿Qué fue de la
guanábana? ¿Se acabaron los mangos en el mundo? ¡NO MÁS TOMATE DE ÁRBOL!
¡Volvamos a tomar agua’e panela entonces! Pero el “bendito” tomate de árbol
parecía ser ya un miembro más de la familia.
Muchos, muchos años después,
habiendo olvidado incluso la época del juguito ese, y por causas tal vez sin
relación alguna a esa época, aprendí eso de valorar lo que se tiene. Me tomé el
trabajo de agradecer por todo lo que tengo, mucho, poco, promedio; no importa,
el hecho es que lo tengo. Y cada cosa que tenemos está en nuestra vida para
hacerla más agradable, más cómoda, más sencilla, más… Lo que sea. Y somos muy
afortunados por tenerlas. Sé que generalmente queremos tener más que lo tenemos
en el momento, es casi una constante. He aprendido (y me funciona) que una de
las mejores maneras de tener más es agradecer y respetar lo que ya se tiene.
Por ahora creo que es bueno
reconocer que cada cosa que tenemos ocupa el lugar que le damos y que, aunque
sea mucho o poco, tal vez la vida sería un poco menos agradable si no la
tuviésemos.
Ese jugo de tomate de árbol, a
pesar de mi desagradecida actitud, estuvo siempre allí para calmar mi sed, para
alimentarme, para nutrirme, para tener algo que tomar, para no pasar mis
comidas en seco. No lo entendía entonces, pero tal vez lo entiendo ahora.
Hoy, en el restaurante donde
suelo almorzar, la mesera me dijo: “Para tomar tenemos limonada, gaseosa o jugo
de tomate de árbol”. Adivinen qué pedí.
GIOVANY
Hola amigo,esto hace parte de algo que leí y me gustó: Deja de pasar por alto la belleza de los pequeños momentos. - Disfruta de las pequeñas cosas, porque un día puedes mirar hacia atrás y descubrir que eran las cosas grandes. La mejor parte de tu vida serán los pequeños momentos, aquellos que pasas riendo con alguien que te importa.
ResponderEliminarJajaja... que manera de marcar tu vida la de ese tomate de árbol :D
ResponderEliminarC...
ResponderEliminar¿Será que las cosas nos deben llevar al limite para poder aprender a valorarlas ? no sé, pero eso aprendí hoy del tú Jugo de Tomate de Ârbol.