Aún no dejo de temblar,
las cosquillas no quieren parar.
Aún, el eco de tu voz sigue dando vueltas por mi alma.
¿Cómo podéis alegrarme y asustarme al mismo tiempo?
¿Cómo podéis levantarme y derribarme con un sólo movimiento, con una mirada o con vuestras palabras impuestas a la eternidad, flotando en el aire para que pueda respirarlas y dejarlas así dentro de mí?
¿Cómo os atrevéis a entrar a mi vida de esta manera?
¿De qué reino viene vuestro mandato de invadir mi terreno?
¿De qué estrella del espacio habéis caido a mi mundo para darle color al aterdecer, calor al sol y aroma a las flores?
¿Con qué derecho hacéis que mi alma se deshaga vulnerable cada vez que la dulce sensación de vuestra mirada enfrenta mis ojos con armas contra las que no tengo defensa?
¿Cómo osáis retarme con vuestra presencia a sucumbir a mis deseos de abrazaros y sentirme gratamente atrapado en vuestro calor?
¿Cómo ostentáis adueñaros de mi inspiración? Acaso, ¿no os dáis cuenta de que ya tenéis mucho de mí? Acaso, ¿no es suficiente que os hayáis llevado mis pensamientos viejos y rotos para darme los vuestros llenos de esperanza y fortaleza?
¿Es qué no os basta con haber conquistado mi corazón?
Ahora queréis también meterte en mi alma.
Me habéis declarado la guerra.
Dar vuelta atrás ya no puedo.
Preparáos entonces a recibir de mí el pago por vuestras acciones.
Voy a meterme en vuestro mundo como vos te habéis metido en el mío.
No habrá treguas ni banderas.
Será una guerra hasta el fin.
Porque así como vos lo has hecho, yo voy a hacer que os enamoréis de mí.
Porque ya soy adicto a las batallas que luchan nuestros labios en nuestros duelos solitarios.
Porque ya tengo vuestras manos marcadas en mi piel.
Porque hace ya tiempo que os empecé a querer.
GIOVANY
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